Hoy Jesús volvió a llorar…

Familiares de los viajeros del vuelo desaparecido, en el Aeropuerto Charles De Gaulle FOTO: EFE

¿Dónde está Dios cuando nosotros sufrimos? ¿Por qué, si es tan poderoso, no impide las guerras, las catástrofes naturales o los accidentes, donde mueren tantas personas inocentes?

Todas estas preguntas y otras semejantes son las que nos hacemos en ocasiones como las de hoy, cuando un avión con 228 pasajeros a bordo desaparece en pleno vuelo –por causas que aún no han sido esclarecidas-, sobre el océano Atlántico…

También nos hacíamos preguntas como esas en el IFEMA cuando aguardábamos, junto a los familiares y allegados, la confirmación de los muertos en el atentado del 11-M, en marzo de 2004.

¿Por qué Dios? ¿Por qué lo permites? ¿Por indolencia? ¿Por impotencia? ¿Por qué…?

La Biblia no elude el problema del ‘silencio de Dios’ ante muchas de estas situaciones que vivimos los seres humanos. Podría decirse que el libro de Job es un ‘monográfico’ sobre este tema, aunque también aparece en los Salmos y en otros pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Pero ninguna escena bíblica nos dice tanto, como aquella en la que Jesús llora ante la tumba de su amigo Lázaro. Aquél que ‘era’ la resurrección y la vida…, Aquel que tenía todas las respuestas…, Aquel que sabía que Lázaro resucitaría… Aquel en cuya persona se aunaba la divinidad y la humanidad en una armonía única… Nos dice el evangelista que ‘Jesús lloró’ (San Juan, capítulo 11). Y no sólo eso…, también nos enseña a sus seguidores a “reír con los que ríen, y llorar con los que lloran…”. No por ser ‘políticamente correctos’, sino de corazón, empatizando con la alegría y el dolor de nuestro prójimo…, haciéndolos nuestros.

Por eso, no tengo dudas de que hoy, ante esta nueva catástrofe aérea, Jesús ha vuelto a llorar…, y no es por impotencia, ni por desesperación, ni porque no tenga respuestas a nuestras preguntas…, sino porque, siendo Dios, también es ‘Hijo del Hombre’, que es como más le gustaba llamarse… (Continuará)